Desde siempre el hombre ha tenido fascinación por la belleza de los cuerpos desnudos, sobre todo el de las mujeres.
En la Antigüedad, esa admiración fue plasmada en bustos y esculturas pero en la modernidad con la aparición de la fotografía la mujer quedó inmortalizada de otra manera: ya no era representada sino retratada tal cual es.


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