No existe una pócima mágica que convierta a alguien en un buen amante, el buen amante se hace (si quiere); con tiempo, paciencia, perseverancia, bajándose del ego de macho. Si el hombre se despoja de sus penetrativas intenciones y muestra interés por las artes amatorias de manera integral y especialmente por el erotismo, seguramente el sexo estará lleno de sorpresas, con un ambiente más seductor, que le motive a salir del tan básico y simple coito.
Dejar el afán y saborearse paso a paso, sin más meta que el disfrute, sin importar cuántos orgasmos o espermatozoides por minuto se disparen, es la esencia del buen sexo.
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